Hay días que me levanto y pienso que los seres humanos estamos todos unidos de alguna forma, y que en lo más hondo de nuestro corazón, siempre intentamos ayudar a los demás si vemos la necesidad. Seguro que leyendo estas líneas puedes recordar alguna historia fantástica de alguna persona que salvó la vida de otra sin conocerla, de alguien que se convirtió en el ángel de la guarda de otra persona simplemente por ver a esta en peligro o con alguna necesidad.
Es por esto que desde hace tiempo vengo trabajando en la revista La Tahona en mostrar necesidades humanas. Necesidades que todos tenemos, pero que algunos, por desgracia, no ven satisfechas en la misma medida. Necesidades que muchas veces son socorridas por pan, ese alimento tan básico, que cuando todo lo demás falta se convierte en vida para muchas personas. Y por esa razón, he querido destacar y hacer visible en este frío número de enero 2018, el calor que muchas almas pueden hacer llegar a los que están en necesidad.
Este número va dedicado a todos los que se levantan cada día y hacen del mundo un lugar mejor, especialmente a aquellos que lo hacen donando pan, o haciendo que el pan llegue a los que más lo necesitan. Sé que hay muchos héroes y heroínas anónimos/as, muchos/as panaderos/as que regalan pan a diario a los que lo necesitan. También están aquellos que colaboran con campañas de donativos en sus establecimientos para que la riqueza se reparte. Algunos que incluso dejan un café pagado para los que no se lo pueden permitir. Y también, como reflejamos en esta revista, aquellos que crean de la nada una panadería para que los refugiados puedan tener cerca el pan que tanto añoran.
Espero que tú que me lees seas de esas personas que cambian el mundo con sus pequeñas acciones. Si no es así, no te preocupes, nunca es tarde para empezar. Plantéate un reto pequeñito y comienza este 2018 a hacer tu entorno un poco mejor. Regala un café virtual, haz un pequeño donativo, o comienza tu propia aventura de donación de pan o dulces a los que lo necesitan. No importa si tienes más o menos riqueza, siempre se puede compartir algo con los demás. Y no pienses que por mucho que hagas no vas a cambiar nada. Muchas actuaciones individuales pequeñas hacen una marea de ayuda.
Todo lo que os cuento, os lo cuento porque lo practico. Este año, parte de mis vacaciones como directora de la Tahona, las pasé en Grecia, haciendo voluntariado en una casa de acogida con familias refugiadas. Una experiencia que además de aportar a otros, llena el alma. La magia de involucrarme en estas aventuras es que siempre salgo ganando yo. Tanto por las personas que conozco, como por los mitos que rompo, como por el cariño que recibo. Te crees que vas a dar, y en la mayoría de los casos recibes más de lo que piensas. Además de esta gran aventura, como os digo, siempre intento ver que puedo hacer por mejorar la vida de los demás, y cada año dono algo de dinero anual a alguna causa. Y cada año cambio de proyecto, para poder así aportar un poquito a cada momento solidario. Y luego en el diario, siempre surgen oportunidades para hacer a alguien algo más feliz.
Estas son mis elecciones y no tienes que seguirlas, pero llevo tiempo pensando que hay personas y situaciones que inspiran. A mi me encantaría inspiraros, me encantaría que estas palabras sirvan para mucho más que llenar esta página, y por ello, si has leído esto y tienes ganas de iniciar un proyecto solidario de panadería o pastelería, no lo dudes, cuéntanoslo y veamos juntos la forma de hacerlo realidad. Hagamos de este 2018, un año para que la solidaridad tenga nombre de pan.
Irene Ramos Zafra
Directora de Revista La Tahona
Editorial nº 144 Enero – Febrero de 2018