Tres viguesas enamoradas de los dulces ponen en marcha Suculenta, una empresa de repostería creativa y natural con local de cara al público que practica otro estilo de negocio. Facebook y el interés por la repostería unió, para alegría de los larpeiros con ganas de novedades, a Elisa Arteaga, Bea de Labra y Mery Cobre. Cada una iba a su bola y tenía sus propios proyectos dentro del sector. «Yo organizaba cursos de cocina en Sweet Cala, Bea hacía dulces bajo el nombre Las Tartas de Bea y Mery lo mismo como Mery Cakes. Ellas dos se conocían del colegio Martín Códax, donde estudiaron, y conmigo contactaron a través de las redes sociales», cuenta Elisa.
Hubo feeling y tenían claro qué quería hacer y cómo querían hacerlo. «Ninguna de nosotras tenía tienda física. Nos juntamos un poco por eso», reconocen. Así nació Suculenta, el 19 de marzo de este año, y en poco más de medio año el boca-oreja las está llevando al límite de su capacidad laboral. «No damos a basto», reconocen al unísono. Y es que entre elaborar dulces, atender el local, seguir dando cursos, asistir a algunos otros para seguir formándose, acudir a ferias y eventos gastronómicos, servir a otros locales, como Matina o Vitruvio y atender encargos para bodas, comuniones, cumpleaños y todo tipo de celebraciones y eventos, necesitan días de 48 horas.
Pero a la vez están felices. Ellas, y sus clientes. Quien haya probado alguno de los dulces que elaboran en su obrador de la calle Barcelona, 85, que es su escaparate al mundo exterior, sabe que no se trata de una pastelería normal y corriente, un espacio que cuenta además con una pequeña zona de degustación para acompañar la parada con cafés o infusiones. «Hay gente que viene todos los días», aseguran.
La diferencia con otras propuestas del sector se basa en un detalle sustancial: «Lo hacemos todo nosotras. No utilizamos ninguna masa hecha ni preparados. Los comerciales nos enseñan los catálogos y alucinan porque no queremos nada de eso», indican.
Huevos, harina y azúcar es su Santísima Trinidad. Y después, lo que venga, con creatividad. «Pero sobre todo lo primero que hay que cuidar es el producto artesano. Para dar calidad usamos materia prima seleccionada, huevos y harinas bio azúcares, leche y café ecológico y proveedores cercanos», asienten.
Bea manifiesta que la clientela no va a encontrar el abecé de las pastelerías. «Hay gente que viene y no le gusta, porque quieren una palmera de chocolate y no la tenemos. Pero para eso ya están otros muchos que elaboran cristinas, pastas de té o bollos de leche de toda la vida. Hay por ahí mucho sebo y mucha manteca de cerdo, que es algo que no utilizaremos nunca. Aquí hacemos cruasanes de mantequilla, financieros, paulovas (nidos de merengue), cupcakes, bollos veganos, brownies sin gluten, tartas, pero lo más sano posible», enumera.
A lo que no renuncian es a seguir el calendario del gremio, pero echándole imaginación y dándole una vuelta a las tradiciones. «En Difuntos, por ejemplo, haremos huesitos de santo veganos. En San Valentín no tiene por qué ser todo corazones rojos, pueden ser negros de desamor, o para el samaín elaborar dedos de bruja y galletas de colmillo de vampiro».
Todas cambiaron sus carreras por el dulce. Y cada una tiene su área particular aunque todas coincidan con las manos en la masa en el obrador. Mery, que es informática, se ocupa de la decoración y modelado. Elisa, que estudió Publicidad y Relaciones Públicas, organiza eventos y sigue haciendo cursos en la nave de Sabarís que tenía antes y Bea, de las recetas de delicias internacionales.
Fuente: La Voz de Galicia