Para encontrar pastelería de vanguardia no hace falta ir a las grandes capitales. Pero si que sorprende encontrarla en un pueblo de menos de 2.000 habitantes de la provincia granadina. Esto es lo que le pasa a cualquier visitante que llega a Guadahortuna y ve Calitos: se impresiona, dice ¡qué moderna la pastelería de este pueblo! y sin pensarlo entra a descubrir más. Eso, si no te lo han contado ya y vas directamente a degustar alguna de sus creaciones, en cuyo caso, te sigues sorprendiendo igual, aunque sólo sea por las maravillas pasteleras que esconde.
Los responsables de este dulce espejismo en la carretera A-323, de esta vanguardia en el mundo rural son Ramón y Manuel Morante. Provienen de una familia de panaderos, dónde son la 4ª generación. Manuel lleva la rama panadera artesana y de primera calidad y Ramón se ha enamorado de la hermana dulce del sector, la pastelería. Ramón tiene una enfermedad, es pastelero 24 horas al día. Es devoción. . Un maestro pastelero que piensa en la formación como punto central de su profesión: “nunca dejaré de formarme, la formación es actualización y evolución”. Por esta y otras razones, pertenece a Granada Origen. Lo que más disfruta de su trabajo es la parte creativa y le encanta el trabajo con el chocolate. Manuel lleva la rama panadera, y también hace sus pinitos en pastelería junto a su hermano.
En el chocolate ha encontrado la horma de su zapato. Un producto que te permite todo, te acepta todo. Desde una pieza artística, pasando por un bombón y terminando con un bizcocho o pastel de aromas inconfundibles. Aunque es su producto favorito, reconoce que la promoción de un buen chocolate en Andalucía es complicada. “Hay que desmitificar que lo que se lleva comiendo toda la vida (tabletas nestlé, etc.) no es buen chocolate y es difícil”.
El producto estrella es la tarta especial de la casa, una tarta de queso que quita el sentido. Tampoco puede faltar en Calitos su Sneken (una especie de caracola con crema de chocolate con nueces). Otros productos muy demandados son la Tarta Parisien (que guarda algún misterio entre sus ingredientes), el Flan de Vainilla y la Mousse de avellanas y chocolate.
Otro de los grandes secretos que guarda Ramón en este lugar excepcional, es la innovación diaria. Innovación a partir de sabores ya implantados en nuestro recuerdo, como su petit suisse, el bombón helado almendrado, inspiración almendra u oreo con vainilla. Innovación a partir de nuevos sabores, gustos y colores, como la Piña colada, Coco, mango y pasión, platano y chocolate, etc. También cuentan con pan artesano a diario, y con panes especiales los fines de semana (mediterráneo, chía, espelta, soja, centeno, etc.) que elabora Manuel.
Un concepto así, en el lugar que está no crece de la nada, es el trabajo de Ramón, Manuel y su equipo por tener un establecimiento distinto, supermoderno, acorde a su pastelería de vanguardia. Es fruto de la perseverancia, del esfuerzo, de la ilusión, de los sueños, de encontrar la forma de expresar lo que se quiere hacer. Es también ver cada día la pasión por el trabajo traspasado a una vitrina.
No podemos terminar este artículo sin animarte a visitar esta pastelería. Te recomendamos que no se te ocurra llegar a última hora un domingo, ya que los dulces se acaban. Nosotros fuimos testigos del ritmo al que se acababan los dulces un domingo cualquiera, y con lo buenos que están, mejor que vayas con tiempo.
De casta le viene al galgo, la historia de los Morante.
Su bisabuelo José Domingo Morante comenzó esta aventura por el 1875 en la Plaza de Guadahortuna. Siguió la misma su abuelo Antonio, un abuelo del que se siente orgulloso por su nobleza y gran corazón. A él le tocó la guerra y al tener un molino propio, ayudó a mucha gente a no pasar hambre en momentos tan difíciles. Una tarea que aún hoy día, le reconocen a Ramón en su pueblo. Su padre, Antonio, emigró a Alemania, dónde por varios años aprendió recetas de panadería y pastelería de allí. Al volver, se quedó con la panadería y comenzó a introducir la pastelería en el negocio. Hace 10 años, en diciembre de 2007, Ramón y su hermano Manuel se independizaron y dieron un paso más allá: crear Calitos. El nombre del negocio también tiene cariz familiar. Aunque mejor que desvelar esta historia, mejor será que os acerquéis allí y preguntéis mientras os coméis algo rico.
Cómo serán las versiones de los Peces De San Pedro Pescador, el postre solidario de España, de esta pastelería. Seguro que magníficos . http://www.pecessolidarios.org