El pan, alma de la tapa

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El pan como alma de la tapa

El pasado 29 de septiembre se celebró el Día Mundial de la Tapa, un merecido homenaje a uno de los principales elementos de la gastronomía y la cultura españolas, que tiene al pan como parte de su alma. Desde sus orígenes la tapa contó con el pan como parte fundamental y hoy sigue siendo el acompañamiento preferido.  Durante esta celebración la Asociación Saborea España, organizó en varias ciudades de nuestro país múltiples actividades.

Un recorrido histórico

Aunque en la actualidad la tapa ya está fuertemente consolidada dentro de los hábitos sociogastronómicos de los españoles, sus orígenes ciertos no están del todo definidos. Existen varias teorías sobre su aparición, pertenecientes a etapas históricas distintas. Una de las más lejanas en el tiempo nos transporta a la Castilla de Alfonso X el Sabio, que se recuperó de una enfermedad cuando sus galenos le recomendaron beber vino acompañado de pequeñas cantidades de alimentos para que no se quedara sin comer el tiempo que estuviese convaleciente. Otro monarca, Alfonso XIII, vio cómo un mesonero le colocaba una loncha de jamón sobre la copa de vino para taparla y evitar que la ventisca de arena que se había levantado echase a perder el caldo (de ahí el nombre de ‘tapa’). Estos son solo dos ejemplos, pero en el imaginario colectivo encontramos muchas más leyendas que pugnan por intentar explicar el nacimiento de este plato.

Lo cierto es que en su Quijote de La Mancha, Miguel de Cervantes ya hacía referencia a la idea de tapa denominando ‘llamativo’ y ‘despertador de la sed’ a las “rajitas de queso de Tronchón”, lo que demuestra que nuestros antepasados del Siglo de Oro gozaban, al igual que nosotros, de reparadores tentempiés.

Importancia social de la tapa

Hoy en día, la expresión ‘irse de tapas’ está plenamente incorporada a la idiosincrasia española. Se trata de una tradición consistente las más de las veces en una reunión informal en un bar alrededor de pequeños bocados regados con vino o cerveza, aunque también puede disfrutarse con tranquilidad y en restaurantes especializados.

La tapa presenta varias ventajas: la principal es la inmediatez. Al ser un plato pequeño, su preparación es más rápida. También es más económica, aunque muchas veces se ofrece de manera gratuita con la bebida para abrir boca. Además, este plato permite infinidad de variaciones y experimentaciones.

En consonancia con este amplio abanico de posibilidades que ofrece la tapa han surgido los gastrobares, encabezados en muchos casos por reputados chefs, que ponen a disposición de todo el mundo platos del menú de sus restaurantes con estrella Michelín en formato más reducido y más accesibles económicamente.

A lo largo y ancho de la geografía española, multitud de ciudades le otorgan a la tapa un puesto de privilegio dentro de su oferta gastronómica. Granada, Madrid, San Sebastián, Pamplona son solo algunas de ellas.

El pan en la tapa

La tapa, desde sus orígenes, tuvo al pan como elemento fundamental. Ya sea compartiendo protagonismo con embutidos o productos del mar, o acompañando pequeños platos de cuchara, es muy difícil entender la tapa sin la presencia del pan.

Así, dependiendo del tipo de establecimiento, o incluso de la región en la que uno se encuentre, podemos encontrar deliciosas rebanadas de baguette, Pa de Pagès Català, Bollo Sevillano, o Rosca Gallega acompañando tortillas, jamón serrano, queso o anchoas, entre muchas otras posibilidades. El protagonismo que adquieren los panes regionales en las tapas de cada comunidad es creciente. Cada vez más restauradores buscan dotar sus creaciones del máximo carácter local, y ahí juegan un papel primordial las variedades. Cada zona tiene su propio tipo de pan, que proporciona al plato un halo especial y lo convierte en una experiencia única.

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