Dionisis, una historia de la solidaridad hecha pan

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Dionisis, el panadero de Kos repartiendo pan entre los refugiados

Si queréis una historia bonita que os emocione para terminar la semana, os contaré la historia de Dionisis, un relato real de la solidaridad hecha pan. Un relato que habla de lo humano, de lo cercano, de lo que cada uno de nosotros podría hacer para ayudar al prójimo, y que está tan cerca como tomar una decisión y hacer lo que a veces se queda solo en nuestros pensamientos.

Dionisis Avranitakis es panadero en la Isla de Kos, en Grecia, y todas las mañanas se levanta temprano para hacer el pan de cada día para sus clientes. Es griego, de voz aguardentosa, malhablado y suele llevar una barba plata de tres días. Deja un aura de trabajador sin descanso, sincero y tosco, allá por donde va. Pero una mañana de mayo de 2015, Dionisis hizo algo diferente, aumento la producción de su panadería porque sabía que tendría nuevos clientes. Una vez que tuvo toda su producción del día, la cargó en su furgoneta para repartirlo. Tras sus paradas habituales de trabajo, llegó al destino de sus nuevos clientes que le estaban esperando aún sin saberlo. Su parada no era otra que la comisaría de la policía de la isla, y sus nuevos clientes, los inmigrantes recién llegados en patera. Una clientela, de la que no esperaba recoger dinero, ni siquiera agradecimiento directo, solo esperaba poder hacer por ellos lo que le gustaría que hicieran por él, no permitir que pasaran hambre.

Cada mañana después de ese día de mayo, Dionisis sigue haciendo pan para sus nuevos clientes. Durante su trabajo recuerda los tiempos en los que fue él el inmigrante, en Australia, donde pasó también hambre y privaciones. Su pasado, sus heridas, le hacen rebelarse ante la pasividad que ve en el gobierno para ayudar a estos seres humanos y colaborar con las organizaciones y voluntarios que son los únicos que se están movilizando. Él tiene claro lo que tiene que hacer, no vive en la queja, hace lo que puede desde su oficio de panadero. Hoy hace ya 100 kilos más de pan todos los días para ellos.

Sus clientes por su lado, lo esperan también a diario, esperan que llegue y organice la fila al lado de su furgoneta. Ellos tienen muchas caras, más de 300 diferentes y varias nacionalidades, paquistaníes, marfileños, sirios e iraquíes, aunque en el fondo, tienen algo muy en común, necesidad y humanidad Dionisis llega al reparto, lo organiza y no falta el día en que tenga que decir con su voz seca y aguardentosa, ‘¡Que hay para todos!’, mientras muestra el interior de su furgoneta cargado de pan, napolitanas, croissants, etc. A veces esta frase viene acompañado de alguna “galleta” cariñosa para los impacientes que pretenden colarse, saltarse la fila o le montan demasiada bulla. En otras ocasiones tiene un voluntario que habla árabe y le ayuda con los duros de mollera

Un día Dionisis tuvo una visita especial en su reparto, no era un cliente, era un observador de su trabajo. Fue Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea visitó que quedó impresionado por su trabajo. En su vuelta al Parlamento Europeo le dedicó unas palabras “Europa es el panadero de Kos, que ofrece su pan gratis para paliar el hambre de los refugiados”.

La historia de Dionisis, no tiene un final feliz, pero si tiene un comienzo feliz cada día que se levanta y expresa su humanidad y solidaridad hecha pan.

 

 

 

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